En pleno siglo XXI, Elena (prefiere ocultar su identidad) fue invitada a salir del Museo Arqueológico de Alicante (MARQ) por amamantar a su hijo en una de sus salas, a pesar de las altas temperaturas del verano.
Ella, su marido y su hijo lactante se fueron una tarde de verano al museo, a ver la exposición de Arte Asirio. El bebé estuvo tranquilo casi toda la tarde pero, de repente, comenzó a llorar.
En ese momento, la madre decidió darle el pecho un momento. «Nunca sabes si piden porque tienen hambre o porque se sienten intranquilos. En este último caso, se calman enseguida si les das el pecho unos pocos minutos», explica.Se sentó en la sala y, justo un minuto después, apareció una azafata que «de forma muy amable»
Mientras caminaban hacia la entrada, donde hay bancos y mucha más tranquilidad, la azafata le comunicó que «por razones de seguridad» debía dar el pecho a su pequeño fuera del museo, ni siquiera en el vestíbulo. Cuando acabara, podría volver a entrar.
Así, no tuvo más remedio que dar el pecho a su hijo junto a la cafetería, en un banco de piedra y con el fuerte sol y las altas temperaturas de una tarde de agosto.
La azafata le aseguró que no tenía sentido que la echaran del museo y que no era «la primera vez que pasaba» en las instalaciones: a continuación, presentaron una reclamación.
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